Rostros emblemáticos: Las señoritas de Avignon

 

 

Por Susana Benko.

A inicios del siglo XX, varios artistas de la vanguardia europea coleccionaron tallas y máscaras del arte africano y de Oceanía. Ello les permitió analizar su lenguaje y procedimientos, en particular, su manera de sintetizar las formas para luego aplicar este principio a sus obras.

Ello produjo una ruptura radical con la tradición pictórica y ocasionó importantes cambios en el arte figurativo de entonces, especialmente a principios del siglo XX.

El interés por el arte africano, como por el de Oceanía, respondió más a una inquietud formal que a una motivación sagrada o religiosa que es lo que distingue a estas culturas originarias. Estas buscan materializar las fuerzas invisibles de los dioses. Los modernos, en cambio, buscaron crear un nuevo estilo artístico basado en formas más sintetizadas, alterando las imágenes sin importar su belleza o el parecido con la realidad. Es así como algunos artistas adoptaron este estilo basado en el llamado arte primitivo, calificativo cuestionado hoy día por considerarse peyorativo hacia las culturas originarias. Sin embargo, en buena parte de los libros de historia del arte es como así como se las menciona.

En cualquier caso, la valoración del arte africano y de Oceanía fue notable en esos años de vanguardia. Aún se discute si fueron los pintores Derain o Matisse los primeros en propiciarlos y hacerlos parte del lenguaje de esta nueva modernidad. Lo cierto es que Pablo Picasso fue quien dio el gran giro a la pintura. Se interesó por las manifestaciones tanto del arte arcaico, el ibérico, el oceánico y el africano, por lo que fue transfigurando progresivamente su manera de pintar. Desde su periodo rosa, era ya perceptible la asimilación de varios de los procedimientos formales de estas artes, en particular los de las máscaras africanas.

Tal vez por eso modificó la apariencia de los personajes y la puesta en escena de uno de sus cuadros más conocidos: Las señoritas de Avignon, obra pintada en 1907. De acuerdo a numerosos estudios y bocetos previos, Picasso cambió a dos personajes masculinos, un estudiante de medicina y un marinero, por prostitutas, conformando así un grupo de cinco mujeres dentro de un burdel ubicado en la calle Avinyó, en Barcelona, España. Eliminó asimismo las alegorías, los detalles, las alusiones literarias o anecdóticas.

La composición naturalista con apariencia volumétrica, fue sustituida por formas aplanadas y un espacio sin profundidad. Las mujeres, vistas como facetas afiladas, se distinguen por tener rostros angulosos y despersonalizados, con enormes ojos almendrados y nariz prolongada. Se cuenta que las cabezas de las mujeres que están a la derecha del cuadro, fueron pintadas siguiendo las características de las máscaras provenientes del arte negro africano.

Hoy día las artes originarias de África, Asia, América y Oceanía son motivo de estudio y conservación, y ha dado lugar a la creación de importantes museos dedicados a estas manifestaciones en diversas partes del mundo.