Arte abstracto, esoterismo y espiritualidad (I)

 


 

 

Por Susana Benko.

Diversos historiadores y analistas del arte moderno han señalado que la aparición del arte abstracto a principios del siglo XX tiene como causa principal negar la representación de la realidad. De acuerdo con esto, los artistas de la primera década de siglo se centraron en preocupaciones netamente plásticas y formales tales como trabajar el color, la línea, la forma, y el modo como estos y otros elementos expresivos se relacionan en una composición.

Si bien ello es así, algunos hechos complementan esta explicación. Es sabido que artistas como Wassily Kandinsky, Piet Mondrian y Kazimir Malevitch, considerados pioneros del arte abstracto y percibidos como personas tremendamente racionales, tenían sin embargo mucho interés por las ideas promovidas por Helena Blavatsky y la Sociedad Teosófica fundada en 1875 en Nueva York. La teosofía es una doctrina de carácter espiritual que pretende alcanzar el conocimiento de Dios mediante la integración de diversas religiones tanto de occidente como de oriente para consolidar una “fraternidad mundial” bajo el lema: "No hay más religión que la verdad". Esta doctrina tuvo rápida difusión en Europa al punto que muchos seguidores, entre ellos artistas, músicos y escritores conciliaron su práctica creativa con la espiritual. En el caso del arte abstracto, se dio una interesante búsqueda de un arte puro, esencial, “supremo”, al carecer de contenidos que refieran a la realidad material exterior.

Ahora bien, existen apreciaciones diversas con respecto a la teosofía y otras prácticas similares. Para los creyentes, se trata de una vía para acceder a Dios y al “conocimiento del universo” mediante una experiencia mística ya que se consideran “iluminados” por un ser superior. Los métodos aplicados para ello son prácticamente iguales a los del espiritismo. De allí la realización de sesiones en búsqueda de una comunicación directa con “el mundo del más allá”. Pese a la pretensión “científica” que Blavatsky quiso otorgar a esta doctrina, para muchos se trata más bien de una “pseudo-ciencia”, de un fraude e incluso de una disociación psíquica de las personas practicantes o médiums.

Por otra parte, algunos estudiosos, como Marco Pasi de la Universidad de Ámsterdam, señalan que una cosa es relacionarse intelectualmente con estas prácticas espirituales a través de libros -caso Kandinsky- y otra es asistir a sesiones espiritistas y participar como médiums. A este último caso, pertenecen dos artistas mujeres excepcionales: Georgiana Houghton e Hilma af Klint, a quienes dedicaré las próximas entregas.

Vale decir, a modo de adelanto, que ambas se iniciaron en estas prácticas luego de una dolorosa pérdida familiar. Y ambas señalaron que fueron estos “seres superiores” -o arcángeles según Houghton- los que guiaron sus manos en la realización de sus obras. Sin proponérselo, las dos fueron pioneras del arte abstracto así como de una “escritura automática”, método de transcripción de ideas, sin intervención de la razón, que realizaron los surrealistas varios años después.