EL COLOMBISMO DE UN POETA (III) UNA POESÍA PROMETEICA



 

 

Por Rafael Castillo Zapata.

A diferencia de las vanguardias europeas, las vanguardias latinoamericanas no se plantean una pelea contra la modernidad desde una perspectiva nihilista o anárquica, como ocurre, por ejemplo, con el primer dadaísmo; se plantean, más bien, una pelea por conquistar esa modernidad que nunca se ha realizado en la mayor parte de las regiones del continente. De modo que nuestras vanguardias son fundamentalmente positivas y progresistas, y en este sentido se conectan mejor con ciertas pulsiones del surrealismo revolucionario o de algunos movimientos de vanguardia de la Rusia soviética, como el constructivismo. El colombismo postulado en el prólogo de Baedeker 2000 se inscribe perfectamente en este contexto.

La función descubridora de mundos, anunciadora de justicias y climas, ansía renacer para dignificación del Hombre y del Poeta. He allí el estado de alma colombiata. El colombismo aspira al regreso del Poeta a la humanidad. […], como experiencia de lírica revolucionaria, aspira a lo clásico: situar al artista en la proa de la humanidad; reivindicarle su función creadora, descubridora de mundos.

El anuncio de un mundo nuevo, de un mundo emancipado, pasa, entonces, en el programa colombista, por una confianza en las virtudes del progreso, y tiene como correlato natural la fe en la aparición de un hombre nuevo, que el poeta se adelanta a encarnar, asumiéndose como líder de una revuelta que, en buena medida, tiene lugar entre los límites del libro donde se proclama y se realiza. En el fondo, el colombismo es otra de las muchas manifestaciones del utopismo reivindicador que aguijonea el alma política del hombre moderno. Blanco, luchador político, se identifica con las luchas populares y se autoproclama, al menos poéticamente hablando, como una especie de líder redentor, un Prometeo llamado a entregar a los hombres el regalo del fuego, de la luz regeneradora, como se refleja en “Ecuatorial”, un poema de título huidobriano:

Por el tubo del gran ecuatorial entró anoche una palabra de luz hablada desde Marte.

La luz entró como un chorro de agua y se vació del caño del anteojo, bajó, saltando del Himalaya, inundó el Indostán y el mar Índico y Asia y la tierra.

En la casa de todos los hombres bendijeron el natalicio del hermano de lengua luminosa.