El colombismo de un poeta (II) la bitácora futurista de Andrés Eloy Blanco

Por Rafael Castillo Zapata.
Síntesis de muchas de las apuestas y propuestas, no sólo del futurismo o del dadaísmo europeos, sino del creacionismo de Huidobro, del estridentismo mexicano, del ultraísmo argentino o de la antropofagia brasileña y de otros ismos que hicieron sus malabarismos, algunos de ellos de efecto efímero y de trascendencia escasa, en la segunda década del siglo, el colombismo es un movimiento, por supuesto, híbrido, y, sin duda alguna, epigonal: sin manifiesto oficial, sin revista y sin militantes reconocidos. Puede decirse, de este modo, que Baedeker 2000 es el debut y despedida de un movimiento de vanguardia que nació y se consumó en un solo libro: un movimiento literario que es, a fin de cuentas, un gesto discursivo absoluto, un programa que se agota en el simple proceso de su declaración de principios y de la aplicación de los mismos para producir poemas. El colombismo, pues, nace, crece, se desarrolla y muere en el propio libro donde se proclama a sí mismo y se muestra y se demuestra en poesía concreta; es decir, en poemas inevitablemente colombistas.
Alusión clara al carácter visionario de la empresa náutica de Cristóbal Colón, descubridor del llamado Nuevo Mundo, el movimiento que promueve Blanco en la entrada de su libro está imbuido de un fuerte apetito innovador, de avanzada, que identifica al poeta con la figura del hombre que se coloca en la proa de la época para señalar el camino que conduce al porvenir de una humanidad liberada de las cadenas que la atan a los males propios del atraso social y económico, la pobreza, la barbarie política, el caudillismo, que se viven en muchos países de Latinoamérica y, en particular, en la Venezuela dominada por la máquina opresiva de Gómez, el tirano que se mantiene incólume en el poder, estrangulando a un país donde todas las libertades civiles se encuentran secuestradas.
En esa actitud de crear, de buscar mundo nuevo, de anunciar, con anuncio de Vate, cabe entero el descubridor. El mundo de América, hay que descubrirlo; va a ser el mundo para el Mundo. Lo está esperando el corazón desolado de la tierra.
