La imagen teatral

 

La imagen teatral

 

 

Por Humberto Ortiz.

El actor, director y maestro del teatro venezolano, Eduardo Emilio Gil (1943- 2014),escribe:

“Algo emana de la imagen teatral tan sólo para retornar a ella.
Lo que el espectador cree recibir o captar es, en realidad, un movimiento de la
imaginación que ya estaba en marcha, devuelto hacia la escena.
Es así como, en cierto modo, la imagen teatral es imposible.
Un sin oficio en ejercicio activo. Nada que hacer. No hay nada.”
(Cenizas del teatro. Imagen de la dispersión. CONAC, Caracas, 2002: 15)

Participar en un evento teatral implica maravillarse ante la imaginación hecha cuerpo, ante la posibilidad de un sueño, de una irrealidad, haciéndose presente. En el teatro, asistimos al intento de una imagen de hacerse realidad concreta, para luego desvanecerse.

Lo que en la escena presenciamos es un evento no-real -por no decir una falsedad-, que luce como si fuera una realidad plena. Se trata de una vida artificial cargada de visos de verdad que ofrecen la ficción de una experiencia viva. Un comediante juega con las apariencias y hace del disfraz una realidad actuante.

Cada gesto del actor es una pincelada dada en el aire y cada sonido de su voz, un resonar imaginario, que sirven de signos ofrecidos al espectador para que pueda suponer el transitar anímico del personaje irreal que se esfuerza en aparecer.

La presencia de un actor en la escena alude a referencias que los espectadores remitimos a alguna existencia conocida, por extraño que sea el personaje. Pero al mismo tiempo, la imagen actoral se remite a sí misma en tanto que se muestra en su realización presente y única. El arte de la actuación es una actualidad naciente en cada función.

La imagen teatral, la del actor, dibuja en acciones precisas la particularidad de un personaje, o mejor, de una humanidad escénica que inmediatamente vuelve a diluirse. Por muy fantástica que sea una propuesta teatral, el valor de la actuación se mide por lo realizado escénicamente, es decir, por lo sucedido en el momento mismo de la representación.

Un actor ofrece su actividad teatral, las acciones de los personajes, a partir de su propia condición corporal enfrentada a un espacio y a un tiempo, distorsionados. Esto ocasiona un desequilibrio sensible que subvierte la realidad y nos fascina.

La esencia de la actuación teatral está en ese juego de apariencias temporales y artificiosas con las que el comediante dibuja la presencia de un personaje. La actuación se muestra como un juego de apariencias que embelesa y embriaga de posibles sentidos, sin demostrar ninguno. El secreto del arte del actor teatral se halla en el acontecer mismo de lo aparencial, del simple dejarse ver...

Decía en 1938 el actor francés Louis Jouvet (1887 – 1951): “Nuestro oficio no es más que una perpetua ilusión”.