Francisco Salazar. El juego de la luz y el espacio

 

 

Por Susana Benko.

En el año 2007, el artista Francisco Salazar vino a Venezuela procedente de París. Tuvo como motivo celebrar sus 50 años de labor artística luego de una larga ausencia fuera del país.

Su proceso fue el siguiente: luego de pasar por una etapa informalista y realizar algunas muestras individuales durante los años cincuenta e inicios de los sesenta, Salazar cambió radicalmente el curso de sus investigaciones plásticas y comenzó a trabajar en obras abstractas de carácter constructivo. De allí su serie de “Positivos-Negativos”. Exploró entonces la incidencia de la luz sobre los cartones corrugados que encolaba sobre superficies bidimensionales que luego pintaba de blanco. Ello dio lugar a un cinetismo muy particular, pues, lo ‘positivo’ y lo ‘negativo’ radicaba en el juego de luces y sombras que resultaba del relieve de las líneas seriadas de los cartones.

Salazar creó con ello una ambivalencia entre lo bidimensional y lo tridimensional, si consideramos estas obras como “relieves”. Curiosamente, para su exposición en el Museo de Bellas Artes en 1967, elaboró un catálogo doblado a la manera de un origami. Así, esta publicación hacía referencia a las cualidades formales de su obra plástica. En ese entonces un diseño con tal criterio volumétrico era novedad.

Otros elementos expresivos de importancia, además del blanco y la luz, son la composición y el espacio. En la primera, las tramas lineales de los cartones varían su dirección según la posición del encolado. En el segundo, el espacio queda incorporado a la obra mediante cortes que el artista efectuaba al formato tradicional del cuadro. Con ambos recursos, los efectos de luces y sombras no solo se incrementan con intensidad, sino que generan efectos vibratorios que, desde el punto de vista perceptivo, es propio del arte cinético.

Ese año 1967, fue crucial. Además de la exposición en el Museo de Bellas Artes, Salazar recibió varios premios en salones nacionales así como el Primer Premio en la V Bienal de París. Entonces decidió residir en esa ciudad. No obstante, años después, realizó algunas exposiciones en Caracas. Galerías como Arte Contacto y Graphic/CB2, hoy día Graphicart, entre otras, mostraron su trabajo. Igualmente, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas cuando presentó, en 1980, su importante exhibición titulada “Espacio blanco”.

Pocas son las exposiciones individuales que posteriormente realizó. En 1981, “Espacio blanco” se mostró en el Museo Francisco Narváez en Porlamar; luego exhibió en la galería Óscar Ascanio la muestra “Espacio vacío” y, finalmente, en 1990, expuso en Valencia, estado Carabobo. Hubo que esperar 17 años, justamente en 2007, para que el artista volviera y realizara su gran muestra antológica en el hermoso Museo Acarigua-Araure, ubicado en el estado Portuguesa. La exposición se llamó: “El juego de la luz y el espacio”, posteriormente titulada: “Francisco Salazar. La persistencia de lo mínimo” cuando se mostró, un año después, en la Sala Mendoza de Caracas. Ambas exposiciones suscitaron una experiencia contemplativa poco común: la de una obra que apela a la belleza, a lo esencial, al silencio, al blanco.

Luego de 52 años de residencia en París, Francisco Salazar falleció en Maracay en el año 2019.