Las Meditaciones estéticas de Guillaume Apollinaire

 

 

Por Susana Benko.

El poeta Guillaume Apollinaire ha escrito numerosos textos sobre arte que, en su mayoría, fueron publicados en la prensa y en revistas de Francia. Muchos de ellos fueron reseñas sobre la vida cultural francesa, otros ilustran el espíritu del arte de los primeros años del siglo XX, especialmente el cubismo y el futurismo.

De esta producción, sobresalen algunos escritos de cierta densidad: el libro Los pintores cubistas. Meditaciones estéticas (Les peintres cubistes. Meditations esthétiques), y los artículos “El Espíritu Nuevo y los poetas” (“L'Esprit Nouveau et les poètes”), “La antitradición futurista” ("L'antitradition futuriste"), “Simultaneismo-libretismo” ("Simultanisme-librettisme"), entre otros. Tienen también mucha importancia algunas de sus cartas en las que transcribe alguna observación sobre su propia obra como la de otros poetas contemporáneos.

Los pintores cubistas. Meditaciones estéticas fue publicado en 1913. En otros escritos de misma fecha aproximada, Apollinaire asumió una actitud sarcástica y de cierta violencia verbal influido sin duda por la irreverencia expresada en los manifiestos futuristas. Entonces se definió partidario de sus ideas. Como ellos, propuso que se acabasen con los críticos, los pedagogos, los museos, los historiadores, entre otros, así como con la rica tradición histórica y cultural de ciudades de la talla de Versalles, Venecia, Pompeya, Toledo, y otras más. Esta actitud era afín a la de los escritores y artistas de la vanguardia de principios de siglo que proponían de una forma u otra la ruptura con la tradición.

Pero en Los pintores cubistas. Meditaciones estéticas la actitud es otra. Si bien es un libro escrito desde la perspectiva de un poeta más que de un crítico de arte, en él Apollinaire no sólo visualizó la importancia del cubismo, sino que hizo una distinción entre el arte del pasado, que constituye para él la auténtica tradición, el arte académico normativo y el arte nuevo. Con ello valoró aspectos esenciales tanto del arte de diversos tiempos como los de la estética moderna.

Para él, la integridad del artista y del genio francés se puso de manifiesto durante el siglo XIX debido a su rebelión contra la rutina académica. Además de la relación del arte con respecto a la tradición, destacó la postura de los modernos contra aquellos que se apoyaban en la imitación naturalista de la realidad. Por ello, Apollinaire fue uno de los primeros autores en comprender el giro radical que tuvo el arte a partir de los inicios del siglo XX. En este libro, por otra parte, hay otro detalle curioso: considera a Versalles como el ejemplo de una tradición auténtica que él respeta y admira. No cabe duda que al escribir esta opinión tuvo mayor ecuanimidad para valorar momentos culturales distintos. Entonces fue claro al señalar que no debe verse a la tradición bajo los parámetros del espíritu de la modernidad. Reconoció que Versalles es importante en su contexto, y consideró que existe un lugar para lo antiguo, otro para lo tradicional y otro para lo moderno. Y todos, en su lugar, son admirables.