El “Nuevo Realismo”

 

 

Por Susana Benko.

Los años sesenta en Francia significaron, en palabras de Yves Klein, “un exceso del arte moderno”. Paralelo a las acumulaciones que acabamos de comentar en un micro anterior sobre Arman, artistas como Jean Tinguely, Raymond Hains, Christo, César y los mismos Klein y Arman, desafiaron escalas y resoluciones artísticas con sus experiencias tales como los empaquetamientos y compresiones de objetos y de vehículos, la reelaboración de obras de arte como “maquinarias” y las improntas corporales, entre otras acciones. Todo ello llevó a Pierre Restany, uno de los críticos de arte más importantes de la vanguardia francesa de mitad del siglo XX, a concluir que una nueva percepción de la realidad se estaba gestando en el arte debido a las reacciones de estos artistas. De allí la denominación “Nouveau Réalisme” o “Nuevo Realismo”, tomado en préstamo del movimiento literario y artístico francés de fines del siglo XIX que mostraba la realidad cotidiana tal como es. Bajo el mismo principio, los “nuevos realistas” referían con sus obras a la condición urbana y consumista de la sociedad que les tocó vivir. Estos artistas, más que representar esta realidad a través de imágenes, la presentaban directamente mediante objetos de uso cotidiano convertidos en obras de arte.

Restany redactó en 1960 el “Primer Manifiesto del Nuevo Realismo”. En ese importante documento firmaron Klein, Arman, François Dufrêne, Raymond Hains, Martial Raysse, Daniel Spoerri, Jean Tinguely, Jacques Villeglé y el propio Pierre Restany. Conformaron un grupo que despertó la conciencia colectiva en varios artistas, razón por la que prontamente, en 1961, se sumaron César, Mimmo Rotella, Niki de Saint Phalle y Gérard Deschamps. Si bien los “empaquetamientos” de objetos de grandes dimensiones y las posteriores intervenciones urbanas de Christo constituyeron acciones muy próximas a la sensibilidad de este movimiento, él no perteneció a este grupo. Él mismo ubicaba su obra en la categoría de “Public Art”, “Arte público”.

La principal motivación del “Nuevo Realismo”, entonces, era reunir a artistas de diversas tendencias y lenguajes teniendo en común la apropiación directa de la realidad. Conscientes de sus diferencias, los animaba este mismo objetivo. No obstante, como grupo, duraron poco: se disolvieron en 1963. Pese a esto, las ideas suscritas en tres manifiestos redactados por Restany, así como las obras y las acciones que estos artistas impulsaron, dejaron asentadas su voluntad de crear “nuevos acercamientos perceptivos de la realidad” y sin duda éstas constituyeron el basamento conceptual de sus respectivas obras. Por ello, se dice que la influencia del “Nuevo Realismo” perduró hasta entrada la década de los ochenta.

Así, cada uno con sus singularidades continuó con el espíritu de ese colectivo: crearon, acumularon, destruyeron, ensamblaron, empacaron, comprimieron y, en todos estos “gestos”, está presente una parte del pensamiento de Restany cuando éste escribió que el “Nuevo Realismo” es “un reciclaje poético de lo real urbano, industrial, publicitario”. También fue una respuesta desde Europa al Pop Art norteamericano, movimiento centrado en la representación de la imagen de objetos de consumo. Esa tendencia era vista por los europeos como un hecho comercial y no como la respuesta crítica y cuestionadora, desde el arte, de una sociedad extremadamente materialista.

Daniel Spoerri La ducha (Serie: Desengañar el ojo),
1961 Óleo sobre tela, grifo, tubería y cabezal de
ducha en panel sobre madera Colección
Centre Georges Pompidou, París
Fotografía: Archivo Susana Benko