Un poema enmendado (3) T.S Eliot anota La Tierra Baldía



 

 

Por Rafael Castillo Zapata.

El aura de hermetismo que ha acompañado la deriva histórica de un libro como La tierra baldía, tiene mucho que ver con la tradición crítica que se ha ocupado de él. Su probable oscuridad no proviene tanto de la multiplicidad de referencias que tenía en mente el poeta al componer sus escenas, sino de la insistencia delos lectores eruditosporintentar identificar esas referencias, complicando, especulativa y conjeturalmente, la diversidad de las mismas, rizando el rizo en su cada vez más refinado, pretencioso y rebuscadoafán por aclarar las connotaciones y las implicaciones extratextuales del texto. Pero, como lo reconoció el propio Eliot mucho tiempo después, al componer el poemano se preocupó de si se entendía o no lo queescribía; simplemente lo escribía: el texto surgía de sus manos como se lo dictaba su memoria y su instinto, desplegando las imágenes que le daban vida a una anécdota que, sin duda, conocía de antemano, con todas sus resonancias e implicaciones psicológicas y culturales lúcidamente internalizadas, consustanciales a su propio diseño de la historia; de modo que no había en el empleo de ese aparato de citas, sugestiones, evocaciones y paráfrasis ningún tipo de improvisación, de impostación o de sorpresa.

Como poeta experimentado, como arquitecto exigente de su obra, Eliot quería que su poema demandara de sus probables lectores un esfuerzo especial de atención y de compresión: su simpatía por las teorías simbolistas que defendían el uso de la sugerencia como forma de evocación de los objetos, lo llevó a ello, escapando de toda intención realista u obviedad expresiva. Su dicción era, pues, no oscura, digamos, sino deliberadamente tangencial u oblicua, pero sólo hasta el punto en que el poema no se hiciera incomprensible. En efecto, cualquier lector promedio de poesía puede leer el texto sin recurrir a las notas que, por insinuación de sus editores, añadió el poeta, quizás inútilmente, en el momento en que La tierra baldía iba a publicarse en forma de libro. Esas notas son, en realidad, un estorbo. Y es por eso que una buena cantidad de los que leemos el poema apenas las tomamos en cuenta. Sólo cuando nos ocupamos de él como lectores críticos, especializados, nos sentimos obligados a recurrir a lo que esas notas despliegan como agregado explicativo o, supuestamente, clarificador.

Un poema tiene la oscuridad que necesita, y Eliot sabía muy bien cuánta debía llevar consigo el suyo. Pero cedió a las exigencias de sus editores y le añadió una vaga nota introductoria, salpicando un poco al azar, me parece, determinados fragmentos del poema con referencias en su mayor partebibliográficas, que nada explican, y acaso revelan apenas que el poeta es un individuo erudito, capaz de barajar el exquisito tarot de una cultura variopinta amén de una buena cantidad de lenguas modernas y antiguas, o al menos aparentarlo. No olvidemos que, como dijo Pessoa, el poeta es un fingidor.