Un poema desperdigado y caótico. Las imágenes rotas en La tierra baldía



 

 

Por Rafael Castillo Zapata.

¿Cuáles son las raíces que se aferran, qué ramas crecen de esta pétrea basura? Hijo de hombre, no lo puedes decir, ni adivinar, pues conoces sólo un montón de imágenes rotas, en que da el sol, y el árbol muerto no da cobijo, ni el grillo da alivio, ni la piedra seca da ruido de agua.

El paisaje material y espiritualmente baldío que deja como secuela la Primera Guerra Mundial está presente en estos versos de “El entierro de los muertos”, el primer poema de La tierra baldía: el mundo ha quedado devastado después de la vasta conflagración y lo que resta son ruinas, escombros de todos los valores, de todas las creencias, de todos los ideales. Sobre ese terreno desértico se levantan las moles fracturadas del libro de Eliot.

El propio poeta recuerda haberle entregado, en 1922, a su amigo Ezra Pound en París “el manuscrito de un poema desparramado y caótico llamado La tierra baldía”.Este poema desparramado y caótico fue domado y organizado por la mano firme del mayor obrero, según el propio Eliot –il magglior fabbro, escribió, evocando palabras de Dante-, de la poesía moderna. Las aventuras de la intervención de Pound sobre ese manuscrito son dignas de un micro exclusivo, el cual difundiremos posteriormente.

Por lo pronto, destaquemos la naturaleza de ese poema revolucionario que despertó tantas suspicacias en el momento de su aparición y que requirió, como señalábamos en el micro anterior, de las anotaciones posteriores del poeta para intentar aclarar lo que es imposible entender -sólo atender- en cualquier poema digno de serlo. Caprichos de los editores, alarma de los críticos y condescendencia del poeta que, como dijimos, dejan incólume el misterio fundamental, inherente a la construcción del poema, del mal y de la muerte que en ellos encarna, en imágenes de desolación, desesperanza y banalidad.

En 1923, Conrad Aiken dio cuenta del libro de Eliot considerando que La tierra baldía carecía de una “unidad lógica”, pues se trataba de un “ensamblaje emocional”. La nueva forma sin forma era deliberada y reflejaba la naturaleza fragmentaria y caótica de la psique. Para el crítico, la naturaleza caótica de los versos surgía del trasfondo biográfico del poeta.

En el propio año de la publicación del libro, Edmund Wilson, otro importante crítico, consideró que la obra constituía “el grito de un hombre al borde de la locura”, el testimonio de alguien que “vive atado a un trabajo que odia, crucificado por la vulgaridad de la vida moderna”. Posteriormente, insertó esta primera impresión en el panorama más amplio y complejo de “la crisis del mundo moderno y la ruina de sus instituciones e ideales”. Para Ronald Bush, el poema de Eliot es el testimonio “más aterrador de un siglo aterrador”.

Considerado, pues, en el contexto deestas especulaciones críticas, históricas y psicológicas, La tierra baldía fue considerado, casi unánimemente, como un “documento revolucionario del experimentalismo de las vanguardias” y a la vezcomo el “emblema del colapso de la civilización contemporánea y el desmoronamiento de sus valores culturales”.